-Le ayudo con la primera jugada: A4C;R5A. Ahora siga usted.
-Bueno, pero dígame en cuantas es mate.
-En siete.
-¡Sigue RxP?
-Si.
-Entonces viene R4A y después RxP,RxP,RxP...
-¡Está bien!¡Lo sacó! Ahora si quiere puede mirar el libro.
-¡¿Qué hacés aquí?!
El que así hizo su aparición a los gritos, era un amigo de mi maestro.Después de los saludos, sin bajar el volumen, siguió con las preguntas:
-¿No te da vergüenza, querer ganarle a una dama?
-Ella me ganó a mi porque se ingenió para no hacer una partida.
-¡Pero, no digas eso, una señorita tan simpática te hubiera ganado de todos modos!
-Con cada frase, el señor seguía gritando ,entonces para ver si hablando directamente conmigo bajaba un poco la voz, le pregunté:
-¿Usted juega ajedrez?
-¡No, yo no me evado con esas cosas! Soy periodista.
-¡El ajedrez no es una evasión! Ahora levanté yo la voz.
-¿No? Bueno, si usted lo dice...
-¿Hace mucho que son amigos ustedes dos?
-¡Hace como cuarenta años!
-Cierto, dijo mi maestro.Nos conocimos en España.Él fue a cubrir la guerra por la República Después nos volvimos a encontrar otra vez aquí cuando yo emigré.
-¡Qué año el 36!¡La República,Franco!, dijo el gritón. ¡Después de estar en España, pasé a Berlin, y vi las Olimpíadas! ¡Era una fiesta!
-¿Sí?,le pregunté.
-¡Seguro, era como le digo! ¡Usted es muy joven para saberlo, sino en la prensa de esos días hubiera podido leer por ejemplo, en una página: "Durante horas se desarrolló una gran batalla en la provincia de Huesca" y en la otra: "El canciller Adolfo Hitler inaugurará mañana las Olimpíadas en el estadio construído especialmente para la ocasión". O sino: "Los franquistas avanzan por distintos frentes a Madrid" y " En Berlin las casas están embanderadas.Hay hasta veinte banderas en cada una"...Ahora que los veo a ustedes con el ajedrez, me acuerdo de una noche en Berlin. Si quiere, le cuento!
-Si, claro.
-¡Había recorrido con otros periodistas varias cervecerías!..¡Siete cervecerías!
-¿Te acordás hasta del número?, le preguntó mi maestro.
-¡Si, me acuerdo! ¡En la séptima ,vimos una mesa de ajedrez con las piezas colocadas, y como estábamos bastante alegres, nos sentamos a jugar sin tener idea de cómo se hacía! ¡Movimos de cualquier manera; en eso se acercó un alemán ventrudo y se puso a mirar,incluso, para ver mejor, trajo una silla y se sentó! ¡Eso nos molestó!
-¿Por qué?¿Porque no sabían jugar?, le acotó el amigo.
-¡Claro! ¡Pero no me interrumpas, ché! ¡La cosa es que empezamos a hacer comentarios sobre el alemán escudándonos en la diferencia de idioma!:
- ¡El que te dije parece un avestruz!
-¡Mirá la barriga que tiene!
-¡Debe comer hasta relojes!
-¡A ver si te traga una pieza!
-¡Al rato, cansados nosotros mismos de hacer desastres en el tablero,dimos por terminada la partida.Al ver que nos íbamos, el berlinés se puso también de pie y nos dijo en un español que nos resultó bien inteligible:
-¡Bueno, señogües, el avestug también se va!
-¡¡No!!... dijimos el maestro y yo.
-¡Si! ¡Como les cuento!
-Cuando solté la carcajada, levanté la cabeza y vi en el reloj del Café que eran las doce. Se me hacía tarde.Me despedí de los dos señores, prometiendo y volviendo a prometer, que el próximo sábado vendría a jugar una partida .
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