Es sábado por la mañana.Voy caminando hacia la esquina de Callao y Rivadavia,hasta el Café "Gran Callao".Ahí tengo mi reducto.Entrando, a la derecha,en una mesa junto a la ventana.Cuento incluso, con una biblioteca que armo precisamente en el reborde de esa ventana.
Una vez instalada me siento cómoda, como en mi casa.Nada me molesta.Ni la gente que entra y sale, ni los que hablan por el teléfono que está cerca .Todo lo que queda fuera de los dos metros cuadrados de mi reducto ,forma un telón de imágenes más o menos difusas que me aisla y resguarda al mismo tiempo.
Mientras tomo el café cortado, me pongo a contestar dos cartas.En eso:
-¿Me permite? ¿Me permite?
Es un habitué que hace ademán de llevarse una de las sillas de mi mesa.Se la cedo y se sienta en la mesa de al lado.Desde aquí veo el título del libro que puso sobre la mesa:"Jaque Mate".En la tapa tiene la fotografía de un Rey volteado.¿Será ajedrecista?Vaya a saber de qué categoría...Ahora saca del bolsillo un sobre.Seguro que es un ajedrez magnético.El hombre es español.Con esa pronunciación no puede ser otra cosa.Además, es ronco, casi afónico.
-¿Le gusta el ajedrez?
La pregunta no me tomó por sorpresa.Lo había estado observando tanto...
-Algo le dije.Y traté de enfrascarme en la carta que estaba escribiendo.Él no me hizo caso y propuso:
-¿Hacemos una partida?
-¿Conmigo?.No, hace mucho que no juego.
Nuevamente se hizo el sordo, y poniéndose de pie, vino a mi mesa.Eso sí, antes de sentarse, dijo:
-¿Puedo?
-¿Y ese libro?, le pregunté para evitar la partida.
-¡Ah! es "Jaque Mate" de Kurt Richter. Sírvase.
Lo tomé y empecé a hojearlo.
-Ya que no quiere jugar,¿qué le parece un problema?, propuso.
(Continuará)
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